Una Europa sin miedo
La Unión ha pasado por dilemas cruciales. Ha vivido siempre en la dicotomía entre el temor y el deseo de avanzar
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En la Eurocámara habrá otros grupos proeuropeos, como los liberales o los verdes, cuyo papel será aún más importante en esta legislatura para conseguir una mayoría proeuropea. Por eso mismo hay que dialogar y negociar, tanto delante de las cámaras como tras las puertas cerradas. Y esta manera de lograr consensos parlamentarios no va a ser fácil. Pero ¿es este el fin de la Unión? No lo creo.
El fin la Unión sería no ofrecer soluciones a los problemas de los ciudadanos. No adaptarse a las realidades y necesidades del siglo XXI. Es verdad que los votantes tienen miedo. Miedo a vivir peor que sus padres y que sus hijos vivan en un mundo más desigual y precario. Tienen miedo al cambio climático, a la inmigración ilegal y al terrorismo. O a la transformación digital y a quedarse sin trabajo por ello. Tienen miedo a un contexto internacional muy volátil donde se juega una gran partida política entre muchos actores. La lista de los problemas y los temores de los ciudadanos es muy larga y diversa y estos pueden echar la culpa a la Unión Europea, y no a sus Gobiernos nacionales, ante la falta de soluciones. Ya sabemos todo esto. Pero eso no exime de responsabilidad a los políticos en Europa.
La Europa que queremos se construye trabajando,
dialogando, resolviendo problemas ciudadanos e intentando jugar un papel
relevante en el mundo
La división de ideas, visiones y fuerzas políticas respecto al futuro no solo será un obstáculo en el Parlamento Europeo. También nos espera un Consejo Europeo mucho más fragmentado.
En este marco, ¿qué pueden hacer los partidos políticos españoles? Pueden animarse a desempeñar un papel más influyente en sus grupos políticos europeos. Tres partidos españoles, PSOE, UP y Cs, van a tener delegaciones suficientemente grandes en sus grupos políticos correspondientes en el Parlamento Europeo. Entonces, ¿por qué no ejercer el liderazgo de estos grupos? ¿Por qué no apostar por comisiones importantes? ¿Por qué no tener la iniciativa en los asuntos decisivos para el futuro de la Unión?
La Unión Europea es el proyecto más ambicioso de la historia. Hasta ahora no ha sido nunca fácil avanzar. La Unión ha pasado por dilemas cruciales como la ampliación, o no, al Este, o tener, o no, una Constitución común. Ha vivido siempre en la dicotomía entre el miedo y el deseo de avanzar.
El miedo vende más. Pero lo que debería vender es la política que consiga la Europa y el mundo que queremos.
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